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​El lunes 9 de Marzo del 2020 el Coronavirus llega a Burkina Faso ​por una pareja de más de 50 años de edad cuando volvían a casa después de un viaje a Francia, concretamente en Mulhouse. El test dio positivo y fueron puestos en cuarentena en el Hospital Tengandongo, a Uagadugú – la capital del país-, junto con una tercera persona, que a pesar de no presentar los síntomas, había estado en contacta con la pareja infectada.A raíz de este giro en la situación de la epidemia en el país, el Gobierno toma unas medidas de urgencia en el mismo momento que crea un Comité Nacional de «Gestión de la Epidemia de Covidien-19», que se oficializa y comienza a trabajar el martes 17 de Marzo.Los primeros frutos de este trabajo se materializan en una serie de medidas preventivas de 2 semanas de duración, renovables, y a contar a partir del 21 de Marzo a medianoche. Entre ellas, está la prohibición de cualquier tipo de reagrupamiento de más de 50 personas, la instauración de un toque de queda de 19h a 5h de la mañana en todo el territorio, el cierre de los dos aeropuertos del país – el de Uagadugú y el de Bobo-Dioulasso – vuelos comerciales, y del cierre de fronteras terrestres y ferroviarias.A pesar de la rápida actuación del Gobierno, el virus se propaga – lentamente en comparación con China y Europa, pero sin pausa – hasta llegar a los 616 casos confirmados y 41 muertes a fecha de 24 de abril (fechas extras del G5 Sahel – Sécurité et developpement).Nos encontramos en África, en concreto en Burkina Faso, uno de los países más pobres del mundo, ocupando la posición 182 de un total de 189 en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD (2019) y que desde hace 5 años el norte está en conflicto; por lo que la enfermedad en sí misma no es el problema, si no las acciones y medidas tomadas para evitar su propagación.Para empezar, el Ministerio de Acción Social no forma parte del Comité Nacional, a pesar de ser una pieza clave en situaciones como en la que nos encontramos actualmente que provocan crisis humanitarias. En segundo lugar, el cierre del punto neurálgico y fuente de ingresos para todas y cada una de las familias de Bobo-Dioulasso, el Gran Marché. Y, entre otras muchas, la vulneración constante de los derechos humanos por parte de los poderes públicos a la hora de hacer cumplir las medidas impuestas por el Gobierno.Y quien acaba recibiendo las consecuencias es, como siempre, la población civil, pero sobre todo los colectivos ya de por sí más vulnerables. Y los niños y jóvenes en situación de calle son considerados, bien a ciencia cierta, uno de estos colectivos, por lo que deberían ser una prioridad para el Gobierno, pero sobre todo por el Comité Nacional de «Gestión de la Epidemia de COVID- 19 », ya que no sólo la falta de higiene, la desnutrición y el deambular por la calle convierten estos niños en un objetivo potencial para el virus, si no que ellos mismos son un potencial transmisor de este. Pero en la realidad siguen tan desamparados como de costumbre y somos las estructuras privadas que, con poco presupuesto, pero con actitud, actuamos para salvaguardar estas vidas tanto valiosas, pero que tan poco importan a su sociedad. A día de hoy hay 1.066 niños y jóvenes en situación de calle en Bobo-Dioulasso (según el directorio de estadística del Ministerio de la Acción Social, 2016), un 0,2% de sus habitantes.Hasta día de hoy, ​hemos distribuido material de prevención, hecho cuidados de primeros auxilios y sensibilización en las calles de Bobo-Dioulasso. Y es que gracias a estas actuaciones los niños y jóvenes en situación de calle pueden expresarse y nosotros adaptar al máximo posible las acciones a sus demandas.

​Niño durmiendo en la calle tapado con la tela de un saco

​Para empezar, los niños les cuesta creer que realmente el Coronavirus exista; para ellos es otra estrategia del Gobierno para conseguir dinero externo y enriquecerse a costa del sufrimiento de la población. No sería la primera vez que pasa y ya no los hacen confianza. Es por ello, que incidimos con fuerza en la sensibilización, ya que una buena prevención es lo que los salvará de una muerte segura. Los cuidados de primeros auxilios son también muy necesarias, ya que la policía los arrolla durante el toque de queda si los ven paseando por las calles de la ciudad. Por el contrario, no serán vapuleados si los encuentran durmiendo, ya que son conocedores de esta realidad y la respetan. Así pues, porque todavía hay niños y jóvenes que se pasean pasadas las 19 horas? La respuesta es larga, pero sencilla. Debido a las medidas de prevención adoptadas por el Gobierno, los servicios que antes les garantizaban una comida al día, ahora están cerrados, y las familias que antes les daban unas monedas cuando mendiga, ahora se las guardan para poder hacer frente a la miseria, ya que sus ingresos han disminuido considerablemente. Y encima de eso, a las 19h las calles quedan desiertas, haciendo que si no has tenido la suerte de encontrar comida durante el día, a partir de este momento ya te será imposible. Así que, muertos de hambre y abatidos por el cansancio, deciden drogarse y de esta manera olvidar el hambre y la dureza de la vida. Y son los efectos de la droga los que hacen que se paseen y por tanto sean golpeados por la policía.En épocas de normalidad, sin epidemias a la vista, el niño se desplazará de ciudad en ciudad cuando vea que donde está no encuentra comida. Pero actualmente esta opción no es factible ya que las fronteras están cerradas, y si intentan desplazarse, una vez llegan a la frontera, la policía los hace regrasar. Así que la gran mayoría se han quedado atrapados en esta situación que no parece tener fin; y a día de hoy, la probabilidad de que estos niños y jóvenes mueran por desnutrición es más elevada que no que mueran infectados por el virus.Así pues, queda confirmado que los efectos de una epidemia varían en función del país y de las condiciones económicas, sobre todo a nivel personal. Y en el caso de Burkina Faso queda corroborado que su Gobierno, a pesar de haber tomado medidas favorecedoras para gran parte de la población, ha terminado por olvidar a los niños y jóvenes en situación de calle.Théophile Sawadogo, director del Centro Tié y Natalia Castro Maestres, cooperante técnica de NouSol ONG